– ¿Seguirás la flecha? -dijo la voz-. He ahí la pregunta.
La niña cerró los ojos con fuerza.
-Mamá siempre me dice que el mejor juguete es la imaginación.
-La luna -instó de nuevo la voz.
-Esto no es verdad… Sólo es una pesadilla.
-La luna, niña…
La voz se fue desvaneciendo hasta que acabó en un grito hiriente.
-¡¡Pesadilla!!
Meneó la cabeza tapándose los oídos.
“La luna no es maldad,
Pero pronto llegará la claridad.
No hay puertas cerradas,
Ni manzanas envenenadas.
Las flechas no vuelan donde quieren,
No pinchan, no hieren.
Tampoco los monstruos muerden.
Nadie me espía
Desde torres sombrías.
Abre los ojos… Abre los ojos”.